A los 78 años murió este martes el diseñador y artista plástico argentino Jorge Ferreyra Basso, luego de semanas internado a causa de complicaciones con el COVID-19. Para muchos será recordado como el padre de la Chevy Serie 2, sin embargo su trayectoria fue mucho más que eso.
Su vida
El propio Ferreyra Basso lo detallaba así: «Su vocación se vio satisfecha cuando en 1964 se constituyó en diseñador de Baufer, carroceros dedicados a la construcción de automóviles de competición. De su tablero salieron hitos como el Chevitú, el Chevitry y tantos otros. A los 24 años de edad, deja sus estudios de 5º año de Ingeniería para ocupar la Gerencia de Diseño de General Motors Argentina«.
«Con sus pasteles y dibujos sobre automovilismo deportivo realiza en 1978, una exposición en el Hall Central del ACA, despidiéndose de su país y continuando su carrera en Alemania en el Centro de Diseño de Opel. Ya en Europa retoma sus pasteles y desarrolla sus inquietudes por plasmar la velocidad y emoción».
«Autor de más de 60 posters originales para diversos eventos: Mille Miglia y Targa Florio (Italia) Oldtimer GP Nürburgring, Langenburg Classic, Rally Wiesbaden (Alemania) California Mille, Monterrey Historics (USA) y por supuesto para las Mil Millas Sport (Argentina)«.
«Desde su primer ‘vernissage’ en los antiguos boxes de Nürburgring en 1983, expuso en Retromobile, Meadow Brook, Laguna Seca, Detroit (1994-1997) donde reorganizó y dirigió los Estudios de Colores, Tapizados y Diseño de asientos para todos los productos Chevrolet, Pontiac, Oldsmobile, Cadillac y GMC«.
«Se retira como Chef Designer, Design Quality, General Motors Europa para regresar a su ciudad natal, Buenos Aires, y dedicar la mayor parte de su tiempo a seguir plasmando el vértigo en una tela y ver la puesta del sol desde su estudio -loft en un octavo piso- que cambió por su amado DB4«.
Algunos datos sobre su trabajo en GM Argentina
El primer trabajo que Ferreyra Basso tuvo a su cargo en GM fue el desarrollo de un vehículo de competición basado en un Chevrolet 400 para que corriera Juan Manuel Bordeu pero que nunca vio la luz. «Me encerraron durante tres meses en una sala de conferencias y salió una cosa bastante interesante para competir con el Chevy 3, que había sido mi último auto creado en los talleres de Baufer», recordó hace unos años.
La tipografía Chevy, en cursiva, fue hecha a mano por el propio Ferreyra Basso, haciendo familia con la tipo del Nova.
En 1970 creó el primer prototipo deportivo de la Chevy Coupé al que se llamó Matador. Como el nombre no gustó, por su vinculación violenta con los accidentes, se lo cambió por Cimarrón. Era una Chevy verde (con pintura traída por Ferreyra Basso de EE.UU.) con dos franjas negras gruesas en capó y tapa de baúl, llantas deportivas, luces rectangulares en la parrilla, y el emblema Cimarrón en el pilar C, estampado en el mismo color de la carrocería. Y para que pareciera más bajo se lo llenó de bolsas de arena. Al llegar a gerencia el proyecto fue rechazado.
Al cabo de 1972, la Chevy vendía sólo 100 unidades por mes y en una visita, el presidente de GM lo palmeó a Ferreyra Basso y le preguntó «qué podemos hacer para mejorar este asunto». «Es muy fácil -le respondió el diseñador- sacándole el techo vinílico, poniéndole llantas deportivas, pintándola de colores vivos y con una franja al costado». «Denle un auto para que lo transforme», ordenó el directivo y el auto que transformaron no fue otro que el prototipo Cimarrón.
Las famosas líneas de la Chevy Serie 2 habían sido aprobadas en el seno de GM pero técnicamente no se las podía pintar en planta. Por ende, durante los primeros dos años, cada auto era llevado a un taller en Núñez donde se los pintaba de manera artesanal y volvía a planta para su terminación.
En marzo de 1977, cuando GM ya vivía un mal momento en la Argentina, Ferreyra Basso fue llevado un mes a la planta de Opel, en Alemania, para trabajar en el facelift del Chevrolet 400, un modelo discontinuado en 1974 para intentar revertir las flojas ventas del Chevy. «Quedó bastante lindo pero obviamente tampoco vio la luz», reveló.
«Mientras saltábamos con los goles de Argentina en el Mundial de fútbol de 1978 nosotros ya sabíamos que la empresa iba a cerrar. Era una mezcla de felicidad porque estábamos ganando y de angustia y dolor porque se estaba muriendo General Motors. Obviamente el anuncio se hizo después pero todos aquellos que estábamos en ciertos niveles de la empresa ya lo sabíamos. Fue maravilloso trabajar hasta el último día porque era luchar contra algo que sabíamos que se moría pero seguíamos igual. Eso es lo lindo… la esperanza jamás se pierde«, declaró quien luego eligió Opel para seguir trabajando y al retirarse totalizó 38 años de carrera dentro de la compañía.
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Como él mismo lo cuenta, Ferreya Basso vendió un Aston Martin para comprar su departamento pero no estaba arrepentido; en ese espacio pintaba cuanto podía, o cuanto sus manos le permitían. Incluso durante la extensa «cuarentena» compartió en su perfil de Instagram sus más recientes obras.
El maldito COVID-19 lo encontró en su ciudad y no le permtió seguir disfrutando del afecto y el respeto del mundo del automóvil que hoy lo despide. QEPD, Maestro.
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